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↑ ÍNDICE
Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen
nos proveyó de poderosos mediadores ante su grandeza.
Por tanto, despreocuparte de tales mediadores y acercarte
directamente a la santidad divina sin recomendación
alguna es faltar a la humildad y al respecto debido a un
Dios tan excelso y santo, es hacer menos caso de ese Rey de
reyes del que harías de un soberano o príncipe de la tierra,
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a quien no te acercarías sin un amigo que hable por ti .
84 Jesucristo es nuestro abogado y mediador de redención
ante el Padre. Por Él debemos orar junto con la Iglesia
triunfante y militante. Por Él tenemos acceso ante la
Majestad divina, y sólo apoyados en Él y revestidos de sus
méritos debemos presentarnos ante el Padre, así como el
humilde Jacob compareció ante su padre Isaac, para recibir
la bendición, cubierto con pieles de cabrito.
85 Pero ¿no necesitamos, acaso, un mediador ante el
mismo Mediador? ¿Bastará nuestra pureza para unirnos a
Él directamente y por nosotros mismos? ¿No es Él, acaso,
Dios igual en todo a su Padre, y, por consiguiente, el Santo
de los santos, tan digno de respeto como su Padre? Si por
amor infinito se hizo nuestro fiador y mediador ante el
Padre para aplacarlo y pagarle nuestra deuda, ¿será esto
razón para que tengamos menos respeto para con su
majestad y santidad?
Digamos, pues, abiertamente, con San Bernardo, que
necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que
la excelsa María es la más capaz de cumplir este oficio
caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros, y por Ella
debemos nosotros ir a Él.
Si tememos ir directamente a Jesucristo-Dios a causa de
su infinita grandeza y de nuestra pequeñez o pecados,
imploremos con filial osadía la ayuda e intercesión de
María, nuestra Madre. Ella es tierna y bondadosa. En
Ella no hay nada austero o repulsivo ni excesivamente
70 Leer VD 83-86 a la luz de LG 60 y 62.
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