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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              sublime o deslumbrante. Al verla, vemos nuestra propia
              naturaleza. No es el sol, que con la viveza de sus rayos
              podría  deslumbrarnos  a  causa  de  nuestra  debilidad.  Es
              hermosa y apacible como la luna (Cant 6,10), que recibe la
              luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.

              María es tan caritativa que no rechaza ninguno de los que
              imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues
              –como dicen los santos– jamás se ha oído decir que alguien
              haya acudido confiada y perseverantemente a Ella y haya
              sido  rechazado.  Ella  es  tan  poderosa  que  sus  peticiones
              jamás han sido desoídas. Bástale presentarse ante su Hijo
              con alguna súplica para que Él la acepte y reciba y se deje
              siempre vencer amorosamente por los pechos, las entrañas
              y las súplicas de su Madre queridísima.

              86   Esta es doctrina sacada de los escritos de San
              Bernardo y San Buenaventura. Según ellos, para llegar a
              Dios  tenemos  que  subir  tres  escalones:  el  primero,  más
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              cercano y adaptado a nuestras posibilidades, es María ;
              el segundo es Jesucristo y el tercero es Dios Padre. Para
              llegar a Jesucristo hay que ir a María, nuestra Mediadora
              de  intercesión.  Para  llegar  al  Padre  hay  que  ir  al  Hijo,
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              nuestro Mediador de redención . Este es precisamente el
              orden que se observa en la forma de devoción de la que
              hablaré más adelante.












              71  María “ocupa en la santa Iglesia el lugar más alto después de Cristo y el
                 más cercano a nosotros” (LG 54; ver MC 28). María es de nuestra raza
                 y de nuestra historia; como madre a quien Cristo nos ha encomendado,
                 busca que cada día seamos más semejantes al Hermano mayor.
              72  Según Ef 2,18, por Cristo llegamos hasta el Padre, en un mismo Espíritu;
                 ahora bien, María y el Espíritu luchan por la misma causa: Ella es la
                 fidelísima cooperadora del Espíritu Santo (ver MC 25.27).
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