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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              lo contrario, Nuestro Señor, que es infinitamente santo y
              detesta la menor mancha en el alma, nos rechazará de su
              presencia y no se unirá a nosotros.

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              79      Para  vaciarnos  de  nosotros  mismos ,  debemos,  en
              primer lugar, conocer bien, con la luz del Espíritu Santo,
              nuestras  malas  inclinaciones,  nuestra  incapacidad  para
              todo bien concerniente a la salvación, nuestra debilidad en
              todo,  nuestra  continua  inconstancia,  nuestra  indignidad
              para toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar.

              El pecado de nuestro primer padre nos perjudicó a todos
              casi totalmente; nos dejó agriados, engreídos e infectados
              como  la  levadura  agria,  levanta  e  infecta  toda  la  masa
              en  que  se  la  pone.  Nuestros  pecados  actuales,  mortales
              o  veniales,  aunque  estén  perdonados,  han  acrecentado
              la concupiscencia,  debilidad, inconstancia  y corrupción
              naturales y han dejado huellas de maldad en nosotros.
              Nuestros cuerpos se hallan tan corrompidos que el Espíritu
              Santo los llama cuerpos de pecado  (Rom 6,6), concebidos en
              pecado (Sal 51 [50],7), alimentados en el pecado y capaces
              de todo pecado. Cuerpos sujetos a mil enfermedades, que
              de día en día se corrompen y no engendran sino corrupción.

              Nuestra alma, unida al cuerpo, se ha hecho tan carnal, que
              la Biblia la llama carne: Toda carne se había corrompido en su
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              proceder (Gén 6,12) .
              Tenemos por única herencia el orgullo y la ceguera en el
              espíritu,  el  endurecimiento  en  el  corazón,  la  debilidad  y
              la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones
              rebeldes  y  las  enfermedades  en  el  cuerpo.  Somos,  por
              naturaleza,  más  soberbios  que  los  pavos  reales,  más
              apegados  a  la  tierra  que  los  sapos,  más  viles  que  los

              65  El programa implica seguir a Cristo, con su cruz hasta el anonadamiento;
                 ver Flp 2,7; Mt 7,24.
              66  Carne designa frecuentemente en la Biblia al ser humano, en cuanto
                 limitado, débil, imperfecto...
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