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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
Este buen Maestro no se desdeñó encerrarse en el seno de la
Santísima Virgen como prisionero y esclavo de amor, ni de
vivir sometido y obediente a Ella durante treinta años. Ante
esto -lo repito- se anonada la razón humana, si reflexiona
seriamente en la conducta de la Sabiduría encarnada, que
no quiso –aunque hubiera podido hacerlo– entregarse
directamente a los hombres, sino que prefirió comunicarse
a ellos por medio de la Santísima Virgen; ni quiso venir al
mundo a la edad de varón perfecto, independiente de los
demás, sino como niño pequeño y débil, necesitado de los
cuidados y asistencia de su santísima Madre.
Esta Sabiduría infinita, inmensamente deseosa de glorificar
a Dios, su Padre, y salvar a los hombres, no encontró
medio más perfecto y rápido para realizar sus anhelos que
someterse en todo a la Santísima Virgen, no sólo durante
los ocho, diez o quince primeros años de su vida –como
los demás niños–, sino durante treinta años. Y durante este
tiempo de sumisión y dependencia glorificó más al Padre
que si hubiera empleado estos años en hacer milagros,
predicar por toda la tierra y convertir a todos los hombres.
¡Que si no, hubiera hecho esto! ¡Oh! ¡Cuán altamente
glorifica a Dios quien, a ejemplo de Jesucristo, se somete
a María!
Teniendo, pues, ante los ojos ejemplo tan claro y
universalmente reconocido, ¿seremos tan insensatos
que esperemos hallar medio más perfecto y rápido para
glorificar a Dios que no sea el someternos a María, a
imitación de su Hijo?
140 En prueba de la dependencia en que debemos vivir
respecto a la Santísima Virgen, recuerda cuanto hemos
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dicho al aducir el ejemplo que el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo nos ofrecen de dicha dependencia.
98 Ver VD 14-39.
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