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                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   Madre  de  Dios  y  también  Madre  nuestra,  Abogada  y
                   Mediadora nuestra, Tesorera y Dispensadora de las gracias
                   de Dios: Alcánzanos pronto el perdón de nuestros pecados
                   y la reconciliación con la divina Majestad.

                   Ruega por nosotros, pecadores: pues tienes tanta compasión
                   de  los  miserables,  que  no  desprecias  ni  rechazas  a  los
                   pecadores, sin los cuales no serías la Madre del Salvador.
                   Ruega por nosotros ahora, durante el tiempo de nuestra
                   vida  corta,  frágil  y  miserable.  Ahora, porque sólo  nos
                   pertenece  el  momento  presente.  Ahora,  cuando  somos
                   acometidos y estamos rodeados, noche y día, de poderosos
                   y crueles enemigos.

                   En la hora de nuestra muerte, tan terrible y peligrosa, cuando
                   se  agoten  nuestras  fuerzas,  cuando  nuestro  cuerpo  y
                   espíritu estarán abatidos por el dolor y el espanto. En la
                   hora  de  nuestra  muerte,  cuando  Satanás  redoblará  sus
                   esfuerzos a fin de arruinarnos para siempre.

                   En esa hora en que se decidirá nuestra suerte para toda
                   una  eternidad,  dichosa  o  infeliz.  Ven  en  ayuda  de  tus
                   pobres hijos, Madre compasiva, abogada y refugio de los
                   pecadores. Aleja de nosotros en la hora de la  muerte a
                   los  demonios,  enemigos  y  acusadores  nuestros,  cuyo
                   horroroso aspecto nos espanta. Ven a iluminarnos en las
                   tinieblas de nuestra muerte. Guíanos y acompáñanos ante
                   el tribunal de nuestro Juez, que es Hijo tuyo. Intercede por
                   nosotros para que nos perdone y reciba en el número de
                   los elegidos en la mansión de la gloria eterna. ¡Amén que
                   así sea!


                   59   ¿Habrá quien no admire la excelencia del Santo Rosario
                   compuesto  de  partes  tan  excelentes  como  la  oración
                   dominical y la salutación angélica?

                   ¿Existe  acaso  oración  más  grata  a  Dios  y  a  la  Santísima
                   Virgen y más fácil, dulce y saludable para los hombres?
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