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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
y ejemplo para orientar nuestra vida. Quince antorchas
que guían nuestros pasos en este mundo. Quince espejos
luminosos que nos permiten conocer a Jesús y María,
conocernos a nosotros mismos y encender el fuego de su
amor en nuestros corazones. Quince hogueras en cuyas
llamas podemos incendiarnos totalmente.
La Santísima Virgen enseñó a Santo Domingo este excelente
método de orar. Y le ordenó predicarlo para despertar la
piedad de los cristianos y hacer revivir el amor de Jesucristo
en sus corazones. Lo enseñó también al Beato Alano de la
Rupe. «El rezo de ciento cincuenta Avemarías –le dijo– es
una oración muy útil, es un obsequio que agrada mucho.
Y lo es aún más y harán mucho mejor quienes las reciten
meditando la vida, pasión y gloria de Jesucristo. Porque
esta meditación es el alma de tales oraciones».
En efecto, el Rosario sin la meditación de los sagrados
misterios de nuestra salvación sería como un cuerpo sin
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alma, una excelente materia sin su forma –que es la
meditación–, la cual distingue al Rosario de las demás
devociones.
62 La primera parte del Rosario contiene cinco misterios:
1. El de la Anunciación del Arcángel Gabriel a la
Santísima Virgen;
2. El de la Visitación de la Santísima Virgen a Santa
Isabel;
3. El del Nacimiento de Jesucristo;
4. El de la Presentación de Jesús en el templo y
Purificación de la Santísima Virgen;
5. El del Hallazgo de Jesús en el templo entre los
doctores.
26 Montfort utiliza la terminología escolástica. La meditación es lo que el alma
humana para el cuerpo del hombre: lo que lo “distingue especificamente”
de cualquier otra devoción.
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