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↑ ÍNDICE
El Secreto Admirable del Santísimo Rosario
82 El conocimiento de Jesucristo es la ciencia de los
cristianos y de la salvación. Supera –dice San Pablo– (Ver
Flp 3,8) a todas las ciencias humanas en precio y excelencia:
1º gracias a la dignidad de su objeto, que es un hombre-
Dios, en cuya presencia todo el universo no es más que
una gota de rocío o un grano de arena;
2º por su utilidad, ya que las ciencias humanas sólo nos
llenan de vanidad y humo de orgullo;
3º por su necesidad, pues no es posible salvarnos, si no
conocemos a Jesucristo. El que ignore todas las ciencias
se salvará, con tal que esté iluminado por la ciencia de
Jesucristo.
¡Dichoso Rosario que nos da la ciencia y conocimiento de
Jesucristo, al permitirnos meditar su vida, muerte, pasión
y gloria! La reina de Sabá, admirada ante la sabiduría de
Salomón, exclamó: ¡Felices tus gentes! ¡Felices tus servidores,
que están siempre junto a ti y escuchan tus sabias palabras! (1
Re 10,8). Pero más dichosos son los fieles que meditan
atentamente la vida, virtudes, sufrimientos y gloria del
Salvador, porque –gracias a este medio– adquieren la ciencia
perfecta en la que consiste la vida eterna (Ver Jn 17,3).
83 La Santísima Virgen reveló al Beato Alano que tan
pronto como Santo Domingo empezó a predicar el Rosario,
los pecadores empedernidos se convirtieron y lloraron
amargamente sus crímenes. Hasta los niños hicieron
penitencias increíbles. Donde quiera predicaba el Rosario
fue tal el fervor, que los pecadores cambiaron de vida y
edificaron al mundo con sus penitencias y enmiendas de
vida.
Si sientes la conciencia cargada de pecados, toma el Rosario
y medita una parte del mismo en honor de algunos misterios
de la vida, pasión o gloria de Jesucristo. Y convéncete de
que mientras meditas y honras estos misterios Él en el
cielo mostrará al Padre sus llagas sacrosantas, intercederá
por ti y te alcanzará la contrición y perdón de tus pecados.
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