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El Secreto Admirable del Santísimo Rosario
negó a ello y salió del confesionario casi escandalizada por
el proceder del nuevo director que quería hacerle aceptar
una devoción contraria a su gusto.
Hallándose cierto día en oración y arrebatada en éxtasis,
vio su alma obligada a comparecer ante el Juez Supremo.
San Miguel colocó en un platillo de la balanza todas
sus penitencias y oraciones y en el otro sus pecados e
imperfecciones. El platillo de las buenas obras subía y
subía sin lograr equilibrar al otro. Alarmada, imploró
misericordia. Se dirigió a la Santísima Virgen, abogada
suya, quien dejó caer en el platillo de las buenas obras el
único Rosario que por penitencia había rezado. Este pesó
tanto que equilibró el peso de los pecados y de las buenas
obras. La Santísima Virgen la reprendió, al mismo tiempo,
por no haber seguido el consejo de su servidor Domingo
de rezar el Santo Rosario todos los días. Al volver en sí,
corrió a arrojarse a los pies de Santo Domingo. Le contó
lo ocurrido, le pidió perdón de su incredulidad, prometió
rezar todos los días el Santo Rosario y llegó por este medio
a la perfección cristiana y a la gloria eterna.
Alma piadosa, ¡aprende, pues, cuál es la eficacia, valor
e importancia de la devoción del Santo Rosario y la
meditación de sus misterios!
80 ¡Quién más elevada en oración que Santa Magdalena,
que era transportada siete veces cada día al cielo por los
ángeles y había estado en la escuela de Jesucristo y de
su Santísima Madre! Sin embargo, cuando pidió a Dios
un medio eficaz para adelantar en su amor y llegar a la
más alta perfección, el arcángel San Miguel vino a decirle
de parte de Dios que no conocía ninguno distinto que
considerar –ante una cruz que colocó a la entrada de su
cueva– los misterios dolorosos que ella había contemplado
con sus propios ojos.
¡Que el ejemplo de San Francisco de Sales –ese gran
director de almas espirituales en su tiempo– te estimule a
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