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                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                                     CUARTA DECENA


                         EXCELENCIA DEL SANTO ROSARIO
                        MANIFESTADA POR LAS MARAVILLAS
                     QUE DIOS HA REALIZADO EN FAVOR SUYO




                   TRIGESIMOPRIMERA ROSA


                       Blanca de Castilla y Alfonso VIII.

                   98    Fue Santo Domingo a visitar a Blanca, reina de Francia
                   que después de doce años de casada no tenía hijos y estaba
                   afligida  sobremanera  por  ello.  El  Santo  le  aconsejó  que
                   rezara el Rosario todos los días para alcanzar del cielo la
                   gracia de tener descendencia. Ella lo hizo, y su petición fue
                   escuchada en el año de 1.213, en que nació su primogénito
                   a quien llamó Felipe. Pero, antes de que el niño abandonara
                   la  cuna,  la  muerte  lo  arrebató.  La  piadosa  reina  acudió
                   más que nunca a la Santísima Virgen. Hizo distribuir gran
                   cantidad de rosarios en la corte y en varias ciudades del
                   reino para que Dios le concediera una bendición completa.
                   Lo que sucedió, ya que en el año 1.215 vino al mundo San
                   Luis, gloria de Francia y modelo de reyes cristianos.

                   99   Alfonso VIII, rey de Aragón de Castilla, fue castigado
                   por Dios de diferentes maneras a causa de sus pecados,
                   viéndose obligado a retirarse a una ciudad de uno de sus
                   aliados.  El  día  de  Navidad,  predicó  allí  Santo  Domingo
                   según su costumbre sobre el Santo Rosario y las gracias
                   que se obtienen de Dios por esta devoción. Dijo entre otras
                   cosas  que  cuantos  lo  rezan  alcanzan  de  Dios  el  triunfo
                   sobre sus enemigos y recobran todo lo perdido. Impactado
                   por estas palabras, hizo el rey llamar a Santo Domingo y le
                   preguntó si era verdad cuanto había dicho acerca del Santo
                   Rosario. El Santo le respondió que no debía abrigar duda
                   alguna y le prometió que si quería practicar esta devoción
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