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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              e inscribirse en la cofradía, experimentaría sus saludables
              efectos.

              Decidió  el  rey  recitar  todos  los  días  el  Rosario.  Práctica
              en la que perseveró durante un año, terminado el cual, el
              mismo día de Navidad, después de recitar él su Rosario,
              se le apareció la Virgen Santísima y le dijo: «Alfonso, hace
              un año que me honras recitando devotamente mi Rosario.
              ¡Quiero recompensarte! He alcanzado de mi Hijo el perdón
              de tus pecados. Aquí tienes esta camándula. ¡Te la regalo!
              ¡Llévala  siempre  contigo  y  ninguno  de  tus  enemigos
              podrá  hacerte  daño!»  Y  desapareció.  El  rey  quedó  muy
              consolado.  Regresó  a  su  casa,  llevando  en  sus  manos  la
              camándula. Encontró a la reina y le contó, lleno de gozo,
              el favor que acababa de recibir de la Santísima Virgen. Le
              tocó los ojos con la camándula y la reina recobró la vista,
              que había perdido.

              Algún  tiempo  después,  reunió  el  rey  algunas  tropas  y
              con  la  ayuda  de  sus  aliados  atacó  resueltamente  a  sus
              enemigos. Los obligó a devolverle sus tierras y reparar los
              daños inferidos. Los arrojó totalmente de sus dominios y
              fue tan afortunado en la guerra, que de todas partes venían
              soldados a combatir bajo sus banderas, porque las victorias
              parecían  acompañar  por  todas  partes  sus  batallas.  No
              hay por qué maravillarse de ello, pues no entraba nunca
              en batalla sin haber rezado antes su Rosario de rodillas.
              Había hecho inscribir en la cofradía del Santo Rosario a
              toda su corte y exhortaba a sus oficiales y familiares a ser
              devotos del mismo. La reina se comprometió también a
              ello. Y los dos perseveraron en el servicio de la Santísima
              Virgen, viviendo piadosamente.










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