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                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   El sabio Cardenal Hugo afirma: “Es necesario ser ángeles
                   de pureza para acercarse a la Santísima Virgen y rezar la
                   Salutación angélica”.
                   La Virgen María mostró un día hermosos frutos en una
                   bandeja llena de inmundicias, a un impúdico que recitaba
                   constantemente  el  Rosario  todos  los  días.  El  se  quedó
                   horrorizado. La Virgen le explicó: “¡Tú me sirves así! ¡Me
                   presentas bellísimas rosas en un vaso sucio y contaminado!
                   ¡Juzga tú mismo, si me agradarán!”



                   CUADRAGESIMOSEGUNDA ROSA

                       Recitación atenta.

                   119  Para  rezar  bien  no  basta  expresar  nuestra  súplica
                   con la más hermosa de las oraciones, que es el Rosario. Es
                   preciso también hacerlo con gran atención. Porque Dios oye
                   más la oración del corazón que la de los labios. Orar a Dios
                   con distracciones voluntarias sería una irreverencia capaz
                   de hacer infructuosos nuestros rosarios y llenarnos de
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                   pecados . ¿Cómo pretender que Dios nos escuche, cuando
                   no nos oímos a nosotros mismos? ¿Si, mientras suplicamos
                   a tan Augusta Majestad, nos distraemos voluntariamente
                   corriendo tras una mariposa? Esto equivale a alejar de ti
                   la bendición del Señor y arriesgarte a recibir más bien la
                   maldición lanzada por Él contra quienes realizan la obra
                   de Dios con negligencia: Maldito el que ejecuta con flojera el
                   trabajo que Yahvé le ha encomendado (Jr 48,10).
                   120   Es verdad que no podrás rezar el Rosario sin padecer
                   algunas  distracciones  involuntarias.  Te  será  aun  difícil
                   recitar  un  Avemaría  sin  que  la  imaginación,  siempre
                   inquieta, te robe parte de la atención. Pero, sí te es posible
                   rezar  sin  distracciones  voluntarias.  Para  disminuirlas  y
                   fijar la atención, debes utilizar toda clase de medios. Para


                   38  “Si alguien está en ella voluntariamente distraído, es pecado e impide el
                      fruto de la oración” (II-IIae. q.33, A. 13, ad 3).
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