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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
en teología y en ambos derechos– me glorío de llevarlo
siempre conmigo, como el distintivo más glorioso de mi
episcopado y doctorado”.
TRIGESIMONOVENA ROSA
Santificación de una parroquia mediante el Rosario.
112 El rector de una parroquia danesa contaba
frecuentemente –para mayor gloria de Dios y con gozo de
su alma– que había obtenido en su parroquia un resultado
análogo al de este Obispo en su Diócesis.
“Había predicado –decía– todas las más atrayentes y
provechosas materias, sin ningún resultado. Al no ver
cambio alguno en mi parroquia, me resolví a predicar
el Rosario, explicando su excelencia y práctica. Y puedo
asegurar que después de haber hecho gustar a mi pueblo
esta devoción, noté un cambio patente en sólo seis meses.
En verdad, esta divina oración tiene especial eficacia para
mover los corazones e inspirarles el horror al pecado y el
amor a la virtud”.
La Santísima Virgen dijo un día al Beato Alano: «Dios
escogió la salutación angélica para la Encarnación de su
Palabra y la Redención del ser humano. Del mismo modo,
quienes desean reformar las costumbres de la gente y
regenerarlas en Jesucristo, deben honrarme y dirigirme el
mismo saludo. Yo soy el Camino por el cual vino Dios a los
hombres y es preciso que, por mediación mía obtengan de
Jesucristo la gracia y las virtudes».
113 En cuanto a mí, que esto escribo, aprendí por
experiencia personal la eficacia de esta oración para
convertir los corazones más endurecidos. He encontrado
personas a quienes no conmovía la predicación de las
verdades más tremendas, realizada durante la misión. Por
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