Page 98 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 98

↑ ÍNDICE


                                                                 Carta No. 18


                   ¡Animo, pues, ánimo! No temas al espíritu maligno, que te
                   dirá con frecuencia durante la enfermedad: «No llegarás
                   a profesar a causa de tu poca salud. Sal del monasterio y
                   vuélvete a tu casa. Vas a quedar en la calle. Serás una carga
                   para todos.

                   Aunque el cuerpo te duela, ten firme el ánimo, pues nada te
                   conviene tanto en el presente como la enfermedad. Pide y
                   haz pedir la divina Sabiduría para mí, que en Jesús y María
                   soy tu hermano...

                                             18
                              A Sor Catalina de San Bernardo
                                 París, 27 de octubre de 1703.

                   Responde  a  su  hermana  Guyonne-Jeanne  inquieta  por  su
                   aceptación a la profesión religiosa, pues el noviciado está por
                   terminar. Luis María la tranquiliza con el sentido de la vida
                   consagrada en la comunidad de las Benedictinas.

                   Hermana carísima en Jesucristo: ¡el amor puro de Dios reine
                   en nuestros corazones!


                   Todos los días doy gracias a nuestro Dios de bondad
                   por las misericordias que realiza en favor tuyo. Trata de
                   corresponder con fidelidad absoluta a cuanto te pide.

                   Si no es Dios el único que te abre la puerta del convento
                   donde te encuentras, no entres en él. Aunque tengas una
                   llave de oro hecha expreso para abrirte la puerta. Porque
                   ésta se transformaría para ti en la puerta del infierno.

                   Se necesita una especial vocación para ingresar entre
                   las Hijas del Santísimo Sacramento, pues su espíritu
                   es  elevadísimo.  La verdadera  religiosa  del  Santísimo
                   Sacramento es una verdadera víctima en cuerpo y alma. Se
                   alimenta con el sacrificio continuo y universal: el ayuno y la
                   adoración sacrifican su cuerpo; la obediencia y la renuncia
                                                                       99
   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102   103