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↑ ÍNDICE
El Amor de la Sabiduría Eterna
2. EN LA CREACIÓN DEL SER HUMANO
1. El ser humano, vivo retrato de la divinidad
35 Si el poder y dulzura de la Sabiduría eterna han
brillado tanto en la creación, belleza y orden del universo,
han fulgurado mucho más en la creación del ser humano.
Este, en efecto, constituye su obra maestra, la imagen
viviente de su belleza y perfecciones, el vaso maravilloso
de sus gracias, el tesoro admirable de sus riquezas y su
único lugarteniente sobre la tierra: Tú que por tu Sabiduría
formaste al ser humano para que dominara las criaturas salidas
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de tus manos .
36 Para gloria de este maravilloso y poderoso artista,
sería preciso explicar aquí la belleza y excelencia originales
que el ser humano recibió de ella en su creación. Pero el
pecado infinito que éste cometió –cuyas tinieblas y
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manchas recayeron también sobre mí miserable hijo de
Eva– ha entenebrecido de tal manera mi entendimiento,
que sólo puedo hablar de ella con tremenda imperfección.
37 Hizo –por decirlo así– una copia o imagen
resplandeciente de su inteligencia, de su memoria y
voluntad para infundirla en el alma del ser humano, para
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que éste fuera un vivo retrato de la divinidad . Encendió
en su corazón la hoguera del amor puro de Dios. Formó
para él un cuerpo totalmente luminoso, y encerró en él,
como en síntesis, las múltiples perfecciones de los ángeles,
de los animales y de las demás criaturas.
27 Sab 9,2: “Formaste al ser humano con sabiduría para que dominara todas
tus criaturas”. Ver también: Gén 1,28; Sal 8.
28 Santo Tomas, S. Th. I-II q.87 a.4.
29 Para el P. de Montfort, el pecado no es otra cosa que la negación del
amor, y por tanto del proyecto de la Sabiduría en favor del ser humano.
Puede verse en la fórmula de consagración al final del libro la misma idea
(ASE 223).
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