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↑ ÍNDICE


                                                     El Amor de la Sabiduría Eterna

                                CAPÍTULO DECIMOSEXTO


                                MEDIOS PARA ALCANZAR
                                  LA DIVINA SABIDURÍA



                      TERCER MEDIO: MORTIFICACIÓN UNIVERSAL



                   1.    TE ES NECESARIA LA MORTIFICACIÓN


                   194  La Sabiduría –dice el Espíritu Santo– no mora en quienes
                   viven  cómodamente  (Ver  Job  28,12-13  –Vulgata;  Sab  1,4),
                   es  decir,  en quienes viven a sus  anchas,  concediendo  a
                   las pasiones y sentidos  cuanto apetecen, porque  los  que
                   viven sujetos a los bajos instintos son incapaces de agradar a
                   Dios (Rom 8,8) y la tendencia a lo bajo significa rebeldía contra
                   Dios (Rom 8,7). Mi aliento no durará por siempre en el hombre,
                   puesto que es de carne (Gén 6,3).

                   Los que son de Cristo –la Sabiduría encarnada– han crucificado
                   sus bajos instintos con sus pasiones y deseos (Gál 5,24), llevan
                   ahora y siempre en su persona la muerte de Jesús (2Cor
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                   4,10),  se  hacen  violencia  continuamente , llevan la
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                   cruz todos los días , están, finalmente, muertos y hasta
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                   consepultados con Jesucristo . Son éstas, expresiones del
                   Espíritu Santo, que muestran con luz más que meridiana
                   cómo para obtener la Sabiduría encarnada, Jesucristo, es
                   necesario que te mortifiques y renuncies al mundo y a ti
                   mismo.


                   123 Mt 11,12: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de
                      Dios sufre violencia, y gente violenta lo arrebata”.
                   124 Lc 9,23: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que
                      cargue cada día con su cruz y me siga”.
                   125 Rom 6,4.8: “Aquella inmersión que nos vinculaba a su muerte nos sepultó
                      con él, para que, así como Cristo fue resucitado de la muerte por el poder
                      del Padre, también nosotros empezáramos una vida nueva... Por haber
                      muerto con Cristo creemos que también viviremos con él, y sabemos que
                      Cristo resucitado de la muerte ya no muere más...”
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