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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
como pobres, mortifiquémonos” (Jn 16,20). Pues, quien no
posee el espíritu de Jesucristo –que es espíritu de Cruz–
no puede pertenecerle a Él (Rom 8,9). Los que pertenecen a
Jesucristo tienen crucificada su carne con sus pasiones y deseos
(Gál 5,24). O somos imagen viviente de Jesucristo o nos
perdemos.
“¡Ánimo! –gritan– ¡Ánimo!” Si Dios está por nosotros, en
nosotros y avanza delante de nosotros, ¿quién puede estar
en contra nuestra? (Ver Rom 8,31). Quien pertenece a los
nuestros es más poderoso que quien sigue lo mundano.
Un criado no es más que su señor (Jn 13,16; 15,20). Una
momentánea y ligera tribulación produce un peso eterno
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de gloria (ver 2Cor 4,17). El número de los elegidos
es menor de lo que pensamos (Mt 20,16; Lc 13,23.24).
Solamente los valientes y esforzados arrebatan el cielo (Mt
11,12). Un atleta no recibe el premio, si no compite conforme
al reglamento (2Tim 2,5). ¡Luchemos, pues, con valentía!
¡Corramos a toda prisa para alcanzar la meta y ganar la
corona! (1Cor 9,24-25).
Estas son algunas de las ardorosas palabras con que se
animan unos a otros los Amigos de la Cruz.
10 En cambio, los amigos de lo mundano, gritan sin
descanso para animarse a perseverar en su malicia sin
escrúpulos: “¡Buena paz, paz, paz! (Jr 6,14; 8,11). ¡Alegría,
alegría! (Is 22,13; Mt 24,37-39). ¡Cantemos, bailemos,
divirtámonos! Dios es bondadoso y no nos creó para
la condenación ni prohibe divertirnos. No nos vamos a
condenar por esto. ¡Fuera escrúpulos! ¡No morirán!, etc.”
(Gén 3,4)
11 Recuerden, queridos asociados, que el buen Jesús
les está mirando, y le dice a cada uno en particular:
«Miren: casi todos me abandonan en el camino real de la
4 Ver AC 39.58.
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