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↑ ÍNDICE


                                                      Carta a los Amigos de la Cruz


                     -  la cruz,  cuyas dimensiones –espesor, longitud, anchura
                       y profundidad–  (Ver Ef 3,18) tracé con mi propia mano
                       con perfección extraordinaria;
                     -  la cruz, que le he labrado con un trozo de la que llevé
                       al Calvario, como fruto del amor infinito que le tengo;
                     -  la cruz, que es el mejor regalo que puedo hacer a mis
                       elegidos en este mundo;
                     -  la  cruz,  constituida  en  cuanto  a  su  espesor, por la
                       pérdida de sus bienes, las humillaciones, menosprecios,
                       dolores, enfermedades y penalidades espirituales, que
                       -por permiso mío- les sobrevendrán día tras día hasta
                       la muerte;
                     -  la cruz, constituida en cuanto a su longitud, por una
                       serie  de  meses  o  días  en  que  se  verán  abrumados
                       de  calumnias,  postrados  en  un  lecho,  reducidos  a
                       mendicidad,  víctimas  de  tentaciones,  abandonos  y
                       otras congojas interiores;
                     -  la cruz, conformada en cuanto a su anchura, por el trato
                       más duro y amargo de parte de sus amigos, servidores
                       o familiares;
                     -  la  cruz,  conformada,  por  último,  en  cuanto  a  su
                       profundidad,  por  las  penas  más  ocultas  con  que  les
                       atormentaré,  sin  que  logren  hallar  consuelo  en  las
                       criaturas,  las  cuales,  por  orden  mía,  les  volverán  la
                       espalda y se unirán a mí para hacerles sufrir.

                   19   ¡Que cargue con su cruz! Que no la lleve arrastrando, ni
                   la rechace, ni la recorte, ni la esconda. En otras palabras:
                   que la lleve en alto, sin impaciencia, sin quejas ni críticas
                   voluntarias,  sin  medias  tintas  ni  componendas,  sin
                   avergonzarse ni ceder al respeto humano.
                   Que la estampe sobre su frente, diciendo con san Pablo:
                   Dios me libre de gloriarme más que en la cruz de nuestro Señor
                   Jesucristo (Gál 6,14), mi Maestro.

                   Que la lleve a cuestas, a ejemplo de Jesucristo, para que
                   sea el arma de sus conquistas y el cetro de su imperio (Ver
                   Is 9,6.7).
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