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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              Cabeza está coronada de espinas ( Mt 27,29; Mc 15,17; Lc.
              6,44; Jn 19,2.5), ¿podrán los miembros coronarse de rosas? Si
              la Cabeza es escarnecida (Mc.14,65; Jn 18,22;19,3), ¿querrán
              los miembros vivir entre los perfumes y las comodidades de
              un trono de gloria? Si la Cabeza no tiene donde reclinarse
              (Mt.8,20; Lc.9,58) ¿desearán los miembros descansar entre
              plumas y edredones? ¡Cosa monstruosa sería!


              ¡No, no! Mis queridos Amigos de la Cruz, ¡no se hagan
              ilusiones!  Esos  cristianos  a  quienes  ustedes  encuentran
              por  todas  partes,  trajeados  a  la  moda,  delicados  en
              extremo, altivos y engreídos a más no poder, no son los
              verdaderos discípulos de Jesús crucificado. Y, si ustedes
              creen lo contrario, están injuriando a esa Cabeza coronada
              de  espinas  y  a  la  verdad  del  Evangelio.  ¡Válgame  Dios!
              ¡Cuántas caricaturas de cristianos, que  pretenden  ser
              miembros de Jesucristo, cuando en realidad son sus más
              alevosos  perseguidores,  porque  mientras  hacen  con  una
              mano la señal de la cruz, son sus enemigos declarados en
              el corazón! Si ustedes se precian de que les guía el espíritu
              de Jesucristo y que viven la vida de esa Cabeza, lacerada
              de espinas, no esperen sino abrojos, azotes, clavos, etc., en
              una palabra, Cruz. Porque es necesario que el discípulo sea
              tratado como el Maestro y los miembros como la Cabeza.
              Y  si  el  cielo  les  ofrece,  como  a  santa  Catalina  de  Siena,
              una corona de espinas y otra de rosas, escojan sin vacilar
              la de espinas y húndanla en su cabeza para asemejarse a
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              Jesucristo .
                 6° ... para los templos del Espíritu Santo...

              28   Ustedes saben que son templo vivo del Espíritu Santo
              (1Cor 6,19) y que este Dios de amor quiere colocarlos como
              piedras vivas (1Pe 2,5) en la construcción de la Jerusalén
              celestial  (Ver  Apoc  21,2.10).  Dispónganse,  pues,  a  ser
              labrados, cortados a la medida, cincelados por el martillo
              de la cruz. De lo contrario, seguirán siendo como piedras

              11  Lo de las dos coronas es muy conocido de los biógrafos de Santa Catalina.
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