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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
ante sus ojos al justo Abel, asesinado por su hermano (Ver
Gén 4,4.8); a Abrahán, justo y extranjero en la tierra (Ver
Gén 12,1-9); al justo Lot, desterrado de su país (Ver Gén
19,1.17); a Jacob, justo y perseguido por su hermano (Ver
Gén 25,27; 27,41); a Tobías, justo y afligido por la ceguera
(Ver Tob 2,9-11); al justo Job, empobrecido y convertido en
llaga de pies a cabeza (Ver Job 1,1.8.14-19; 2,7-10).
31 Contemplen a tantos apóstoles y mártires enrojecidos
en la púrpura de su propia sangre; a tantas vírgenes
y confesores empobrecidos, humillados, rechazados y
menospreciados, que gritan a coro con san Pablo: Levanten
la mirada hacia Jesús, autor y consumador de nuestra fe (Heb
12,2), esa fe que tenemos en Jesús y en su cruz. Tuvo que
padecer para entrar, por la cruz, en su gloria (ver Lc 24,26).
Contemplen, al lado de Jesucristo, la afilada espada que
penetra hasta el fondo en el tierno e inocente corazón
de María (Ver Lc 2,35), exenta de todo pecado original
y actual. ¡Lástima no poder extenderme aquí sobre los
padecimientos de Jesús y de María para hacer ver que lo
que sufrimos no es nada en comparación con lo que ellos
padecieron!
32 Después de esto, ¿quién puede eximirse de llevar su
cruz? ¿Quién no volará a los lugares donde sabe que le
espera la cruz? ¿Quién no exclamará con san Ignacio
Mártir: “Que el fuego, el patíbulo, las fieras y todos los
tormentos del demonio se desencadenen contra mí para
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que pueda gozar de Jesucristo?” .
2) ... o como los condenados
33 En conclusión: si no quieren sufrir con paciencia ni
llevar su cruz con resignación como los predestinados,
tendrán que llevarla rezongando con impaciencia como
los condenados.
12 Carta a los de Roma 5: “Mori cupio” PG 5,690-691
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