Page 269 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 269
↑ ÍNDICE
Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
Por último, que la enarbole en su corazón por amor,
para que se convierta en zarza encendida que arda sin
consumirse noche y día en el amor puro de Dios (Ver Ex
3,2).
20 Que cargue con su cruz, porque nada es:
tan necesario;
tan útil y tan dulce;
ni tan glorioso, como padecer por Jesucristo
(Ver Hech 5,41).
1. Nada tan necesario como padecer por Jesucristo
1º ... para los pecadores...
21 Efectivamente, queridos, Amigos de la Cruz, todos
ustedes son pecadores. No hay entre ustedes quien no
merezca el infierno. En cuanto a mí, lo merezco como
nadie. Nuestros pecados tienen que ser castigados en este
mundo o en el otro.
Si Dios los castiga en este mundo y de acuerdo con
nosotros, el castigo será amoroso. En efecto, nos castiga su
misericordia, que reina en este mundo, y no el rigor de su
justicia; el castigo que nos imponga será leve y pasajero,
acompañado de dulzura y méritos y de recompensas, en
este mundo y para la eternidad.
22 Pero, si el castigo que merecen nuestros pecados
queda reservado para el otro mundo, la justicia inexorable
de Dios, que lo pasa todo a sangre y fuego, ejecutará la
condena. ¡Castigo espantoso! (Heb 10,31), ¡inenarrable,
incomprensible!: ¿Quién conoce la vehemencia de su ira? (Sal
90[89],11), ¡Castigo sin misericordia sin compasión (ver
Sant 2,13), sin alivio, méritos, ni fin! ¡Sí, castigo sin fin!
Ese pecado mortal que en un instante cometieron, ese mal
pensamiento que escapó a su conocimiento (ver 2 Cor 4,4;
270