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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              Luis María Grignion de Montfort fue proclamado “beato”
              por León XIII, el 22 de enero de 1888 y canonizado por
              Pío XII el 20 de julio de 1947. Juan Pablo II ha insertado
              la memoria de él en el Calendario general de la Iglesia,
              fijándola para el 28 de abril. También María Luisa Trichet, la
              primera discípula del Montfort y cofundadora de las Hijas
              de la Sabiduría, ha sido beatificada por Juan Pablo II, el 16
              de mayo de 1993.

              La enseñanza espiritual de san Luis María Grignion de
              Montfort es percibida hoy en día en la Iglesia como muy
              actual. El documento del Concilio Vaticano II Lumen Gentium,
              el capítulo VIII, María en el misterio de Cristo y de la Iglesia,
              manifiesta una clara influencia de la doctrina monfortiana.
              La espiritualidad cristológico-mariana vivida y enseñada
              por Montfort es acogida siempre más por el pueblo de Dios:
              muchas asociaciones laicales, congregaciones religiosas y
              movimientos se inspiran en ella. Juan Pablo II, en su encíclica
              Redemptoris Mater, recuerda explícitamente a Grignion de
              Montfort entre los “maestros y testigos” de la espiritualidad
              mariana que toda la Iglesia está llamada a vivir.

                  “Consciente de mi vocación cristiana, renuevo y ratifico
                  hoy en tus manos los votos de mi bautismo; renuncio
                  para siempre a Satanás, a sus seducciones y a sus obras
                  y me consagro totalmente a Jesucristo, la Sabiduría
                  encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento, en la
                  fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. Te escojo
                  hoy, en presencia de toda la Iglesia, por mi Madre y
                  Señora. Te entrego y consagro toda mi persona, mi vida
                  y el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y
                  futuras. Dispón de mí y de cuanto me pertenece, para
                  mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad. Amén”.
                  (Ver ASE 225)

              En este Tercer Milenio, la presencia de María en la vida de
              los cristianos se revive siempre más, según lo que Montfort
              había auspiciado y previsto. “Cosas maravillosas sucederán
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