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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              PREDICADOR PARA EL PUEBLO

              Durante otros 5 años, hasta aproximadamente 1711,
              Grignion de Montfort trabajó en diversas diócesis del oeste
              de Francia (Rennes, Saint-Maló, Saint-Brieuc, Nantes, Luçon,
              La Rochelle...). Hizo misiones populares, de parroquia en
              parroquia. Aquí y allá, como recuerdo de las misiones, erigía
              una cruz o un calvario, restauraba una Iglesia, instituía o
              reavivaba una cofradía del Rosario, o de los Penitentes.
              Componía cánticos que enseñaba a los fieles. Los períodos
              de predicación los alternaba con momentos de retiro que le
              permitían un restablecimiento físico y espiritual. Primero
              colaboró, en Bretaña, con un grupo de misioneros guiados
              por el sacerdote Juan Leuduger, después se les separó y él
              mismo escogió a sus propios colaboradores, sea sacerdotes
              jesuitas, capuchinos o dominicos, sea laicos reclutados por
              él mismo. Ya desde 1705 encontramos a Maturino Rangeard,
              de Poitiers, que le seguirá siempre; otros “hermanos” se
              añadieron más tarde, algunos hicieron los votos religiosos,
              otros no: Nicolás de Poitiers, Felipe de Nantes, Luis de La
              Rochelle, Gabriel, Pedro, Santiago. Ellos ayudaban en las
              misiones y daban clases a los chicos pobres.

                 “¡Señor Jesús, da hijos y siervos a tu Madre! Hombres
                 libres que vuelen por todas partes al soplo de Espíritu
                 Santo, siempre dispuestos a correr y sufrirlo todo contigo
                 y por tu causa, como los apóstoles. Hijos de María,
                 engendrados y concebidos por su amor, educados por su
                 maternal solicitud… Envía a la tierra tu Espíritu que es
                 todo fuego, para crear en ella sacerdotes totalmente de
                 fuego, por ministerio de los cuales sea renovada la faz de
                 la tierra y tu Iglesia renovada”.
                 (Súplica ardiente para pedir misioneros, nn.
                 6.9-11.17)

              Para encontrar sacerdotes que quisieran unirse a él en
              “compañía de misioneros”, fue necesario esperar los
              últimos años. En 1715, Adrián Vatel, sacerdote formado
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