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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              precisas, obtenidas de las enseñanzas y de los ejemplos
              de sus maestros: ser sacerdotes para poner a Dios en el
              primer lugar y para estar al servicio de los pobres. En la
              congregación mariana del colegio había comprendido el
              valor de la fe, la urgencia del apostolado y una constante
              referencia a María, Madre de Cristo y de cada uno de los
              fieles cristianos. Eran los inicios de una meditación que
              habría de continuar toda su vida: el amor de la Sabiduría
              de Dios, Jesucristo, hacia la humanidad y la búsqueda de
              tal Sabiduría por parte del hombre.


              SEMINARISTA EN PARÍS

              En París, Luis María ingresó en el seminario de san Sulpicio.
              Para  los  estudios  se  frecuentaba  la  cercana  Sorbona,
              pero para el alojamiento había diferentes comunidades,
              más o menos confortables, según lo que cada uno podía
              aportar. Ayudado por bienhechores, Montfort fue acogido
              inicialmente en una comunidad bastante pobre, pero digna.
              Después de dos años, murió el fundador y director y la
              comunidad se disolvió. Luis María pasó a otra comunidad
              verdaderamente pobre, donde se sufría hambre y frío, tanto
              que en ese invierno se enfermó, fue internado en un hospital
              y estuvo en peligro de muerte. Superada la enfermedad,
              logró finalmente entrar en el “pequeño seminario” de san
              Sulpicio en donde permaneció por cinco años, hasta la
              ordenación sacerdotal.

                 “Nadie, fuera de María, encontró gracia delante de Dios
                 para sí misma y para toda la humanidad; nadie sino
                 ella tuvo el poder de encarnar y dar a luz a la Sabiduría
                 eterna, y nadie, fuera de ella, puede, aun hoy –por decirlo
                 así–, encarnarlo en los cristianos auténticos gracias a la
                 operación del Espíritu Santo”. (ASE 203)





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