Page 194 - Obras_Completas_2da_Ed
P. 194
↑ ÍNDICE
El Amor de la Sabiduría Eterna
aún que en su Madre, por cuanto es la Sabiduría eterna, la
dulzura y la belleza personificadas.
2. LA SABIDURÍA ES DULCE SEGÚN LOS PROFETAS
119 Los profetas, a quienes fue revelada de antemano la
Sabiduría encarnada, la llaman oveja y cordero manso (Jer
11,19). Predicen que, gracias a su dulzura, la caña cascada no
la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará (Is 42,3); es decir,
que su bondad será tal que, aun cuando un desdichado
pecador se halle medio destrozado, enceguecido y
extraviado por sus pecados y ya con un pie en el infierno,
Ella no consumará su perdición, a no ser que le obliguen a
ello.
San Juan Bautista, que vivió cerca de treinta años en el
desierto para merecer con sus austeridades el conocimiento
y amor a la Sabiduría encarnada, tan pronto la vio, exclamó
–mostrándola con el dedo a sus discípulos–: Este es el cordero
de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). No dice, en
efecto, como hubiera debido: “Este es el Altísimo, éste es
el Rey de la gloria, éste es el Omnipotente...”, sino que,
conociéndola mejor que nadie la ha conocido ni conocerá
jamás, exclama: “Este es el Cordero de Dios. Ahí viene la
Sabiduría eterna, que para conquistar nuestros corazones
y borrar nuestros pecados ha compendiado en sí todas las
dulzuras divinas y humanas, celestes y terrenas.”
3. LA SABIDURÍA ES DULCE EN SU NOMBRE
120 Y ¿qué nos indica el nombre de Jesús –que es el nombre
propio de la Sabiduría encarnada– sino una caridad
ardiente, un amor infinito y una dulzura encantadora?
¡Jesús, Salvador, es decir, el que salva al ser humano, aquel
cuya característica es amar y salvar al ser humano!
195