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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
“Nada se canta más suave,
nada se oye con más gozo,
nada se piensa más dulce
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que Jesús, Hijo de Dios” .
¡Oh! ¡Cuán dulce es al oído y al corazón
de los predestinados el nombre de Jesús!
Dulce miel en la boca, melodía en el oído,
júbilo en el corazón .
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4. LA SABIDURÍA ES DULCE EN SU SEMBLANTE
121 “Jesús es dulce en el semblante, dulce en las palabras,
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dulce en las acciones” .
El amabilísimo Salvador tenía un rostro tan dulce y
bondadoso, que cautivaba los ojos y corazones de cuantos
le veían. Los pastores que fueron a visitarlo en el pesebre
quedaron tan encantados de la dulzura y hermosura de
su semblante, que hubieran permanecido días enteros
contemplándolo, como fuera de sí mismos. Los reyes –aun
los más arrogantes–, tan pronto como vieron los rasgos
maravillosos de tan hermoso Niño, depusieron su altivez
y se postraron sin dificultad a los pies de su cuna. ¡Cuántas
veces se dijeron uno a otro: “Amigos, ¡qué agradable es estar
aquí! ¡No existen en nuestros palacios delicias semejantes
a las que se experimentan en este establo al contemplar al
querido Niño Dios!”
Siendo Jesús muy joven, las personas afligidas y los niños
del contorno iban a verle para alegrarse con él y se decían
uno a otro: “¡Vamos a ver al Niño Jesús, al Hijo maravilloso
de María!” La belleza y majestad de su semblante –decía
87 “Nil canitur suavius, / Nil auditur iucundius, / Nil cogitatur dulcius, /Quam
Iesus, Dei Filius”, del himno “Iesu dulcis memoria”, atribuido, sin razón, a
San Bernardo (ver PL 184,1307).
88 “Mel in ore, in aure melos, in corde iubilus” (San Bernardo, Sermo 15 in
Cantica: PL 183,847).
89 Ver San Agustín, Enarratio in Ps. 44,3: “Iesus dulcis in facie, dulcis in
ore, dulcis in opere.”
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