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                                      Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen

                   3°   María los conduce


                   209   El tercer bien que la Santísima Virgen hace a sus fieles
                   servidores es el conducirlos y guiarlos según la voluntad
                   de su Hijo. Rebeca guiaba a su hijo Jacob, y de cuando en
                   cuando le daba buenos consejos, ya para atraer sobre él la
                   bendición de su padre, ya para ayudarle a evitar el odio
                   y la persecución de su hermano Esaú. María, estrella del
                   mar,  conduce  a  todos  sus  fieles  servidores  al  puerto  de
                   salvación. Les enseña los caminos de la vida eterna. Les
                   hace evitar los pasos peligrosos. Los lleva de la mano por
                   los  senderos  de  la justicia.  Los  sostiene  cuando  están a
                   punto de caer. Los levanta cuando han caído. Los reprende,
                   como Madre cariñosa, cuando yerran, y aun a veces los
                   castiga  amorosamente.  ¿Podrá  extraviarse  en  el  camino
                   de la eternidad un hijo obediente a María, quien por sí
                   misma le alimenta y es su guía esclarecida? “Siguiéndola
                                                      146
                   -dice San Bernardo- no te extravías” . ¡No temas, pues!
                   ¡Ningún  verdadero  hijo  de  María  será  engañado  por  el
                                                                147
                   espíritu    maligno!  ¡Ni  caerá  en  herejía  formal! .  Donde
                   María es la conductora, no entran ni el espíritu maligno
                   con sus ilusiones, ni los herejes con sus sofismas: “¡Si Ella
                   te sostiene, no caerás!” .
                                        148
                   4°   María los defiende y protege

                   210   El cuarto servicio que la Santísima Virgen ofrece a sus
                   hijos y fieles servidores es defenderlos y protegerlos contra
                   sus  enemigos.  Rebeca,  con  sus  cuidados  y  vigilancia,
                   libró  a  Jacob  de  todos  los  peligros  en  que  se  encontró,
                   y  especialmente  de  la  muerte  que  su  hermano  Esaú
                   le hubiera dado a causa del odio y envidia que le tenía
                   –como en otros tiempos Caín a su hermano Abel–. Así obra
                   también María, Madre cariñosa  de los predestinados: los
                   esconde bajo las alas de su protección, como una gallina

                   146  Ver VD 134.
                   147  Ver VD 167.
                   148  Ver VD 174.
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