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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              DECIMOSÉPTIMA ROSA


                  El Avemaría: – sus maravillosos frutos.

              49      Entre  las  cosas  admirables  que  la  Santísima  Virgen
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              reveló al Beato Alano de la Rupe  –y sabemos que este gran
              devoto de María confirmó con juramento sus revelaciones–
              hay tres de mayor importancia:

              La  primera,  que  la  negligencia,  tedio  y  aversión  a  la
              salutación  angélica  –que  restauró  al  mundo–  son  señal
              probable e inmediata de reprobación eterna;

              La  segunda,  que  quienes  tienen  devoción  a  esta  divina
              salutación poseen una gran señal de predestinación;

              La tercera, que quienes han recibido de Dios la gracia de
              amar  a  la  Santísima  Virgen  y  servirla  por  amor  deben
              esmerarse con el mayor empeño para continuar amándola
              y  sirviéndola  hasta  que  Ella  los  coloque  en  el  cielo,  por
              medio de su Hijo, en el grado de gloria que conviene a sus
              méritos (B. Alano, Cap XI).

              50  Todos los herejes –que son hijos de Satanás y llevan
              señales  evidentes  de  reprobación– tienen  horror al
              Avemaría.  Quizás  aprenden  el  Padrenuestro,  pero  no  el
              Avemaría. Preferirían llevar sobre sí una serpiente antes
              que una camándula.
              Entre  los  católicos,  aquellos  que  llevan  la  marca  de  la
              reprobación apenas si  se interesan por el Rosario,  son
              negligentes en rezarlo o lo recitan tibia y precipitadamente.
              Aunque yo no aceptara con fe piadosa lo revelado al Beato
              Alano, me basta la experiencia personal para convencerme
              de esta terrible y a la vez consoladora verdad. No sé ni veo
              con claridad cómo una devoción tan pequeña puede ser
              señal infalible de eterna salvación, y su defecto, señal de

              17  Dignidad del Salterio, c. 11,al final
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