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↑ ÍNDICE


                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   Al pedir a Dios el pan de cada día, detestamos la gula y
                   voluptuosidad, que se nutren en la abundancia. Al rogar
                   a Dios con sinceridad que nos perdone como perdonamos
                   a  quienes  nos  han  ofendido,  reprimimos  la  cólera  y  la
                   venganza, devolvemos bien por mal  y amamos a nuestros
                   enemigos.  Al  pedir  a  Dios  que  no  nos  deje  caer  en  el
                   pecado en el momento de la tentación, manifestamos huir
                   de la pereza y buscar los medios para combatir los vicios y
                   salvarnos. Al rogar a Dios que nos libre del mal, tememos
                   su justicia y nos alegramos porque el temor de Dios es el
                   principio  de  la    sabiduría  (Sal  111[110],7;  Prov  1,7...):  El
                   temor de Dios hace que el hombre evite el pecado (Prov
                   16,6; BenS 1,25-27).


                   DECIMOQUINTA ROSA


                       El Avemaría -sus excelencias.
                   44   La salutación angélica es tan sublime y elevada, que
                   el Beato Alano de Rupe ha creído que ninguna creatura
                   puede comprenderla y que solamente Jesucristo, Hijo de
                   María, puede explicarla.

                   Deriva su excelencia:

                   –   de la Santísima Virgen a quien fue dirigida;
                   –   de la finalidad de la Encarnación del Verbo para la cual
                       fue traída del cielo;
                   –   y  del  arcángel  San  Gabriel  que  fue  el  primero  en
                       pronunciarla.

                   El Avemaría  resume,  en  la  más  concisa  síntesis,  toda  la
                   teología cristiana sobre la Santísima Virgen. En el Avemaría
                   encontramos una alabanza y una invocación. La alabanza
                   contiene  cuanto  constituye  la  verdadera  grandeza  de
                   María. La invocación contiene cuanto debemos pedirle y
                   cuanto podemos alcanzar de su bondad.


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