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Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort
estos prodigios se realizaron por el saludo de ángel,
repetimos esta salutación para agradecer a la Santísima
Trinidad por tan inestimables beneficios.
Alabamos a Dios Padre por haber amado tanto al mundo
que le dio su unigénito para salvarlo.
Bendecimos a Dios Hijo por haber descendido del cielo a
la tierra, por haberse hecho hombre y habernos salvado.
Glorificamos al Espíritu Santo por haber formado en
el seno de la Virgen María ese cuerpo purísimo que fue
víctima de nuestros pecados.
Con estos sentimientos de gratitud, debemos rezar la
salutación angélica, acompañándola de actos de fe,
esperanza, caridad y acción de gracias por el beneficio de
nuestra salvación.
47 Aunque este cántico nuevo se dirige directamente a la
Madre de Dios y contiene sus elogios, es –no obstante– muy
glorioso para la Santísima Trinidad, porque todo el honor
que tributamos a la Santísima Virgen vuelve a Dios, causa
de todas sus perfecciones y virtudes. Con él glorificamos
a Dios Padre porque honramos a la más perfecta de sus
criaturas. Glorificamos al Hijo, porque alabamos a su
purísima Madre. Glorificamos al Espíritu Santo, porque
admiramos las gracias con que colmó a su Esposa.
Del mismo modo que la Santísima Virgen con su hermoso
cántico, el Magníficat, dirige a Dios las alabanzas y
bendiciones que le tributó Santa Isabel por su eminente
dignidad de Madre del Señor, así dirige inmediatamente
a Dios los elogios y bendiciones que le presentamos
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mediante la salutación angélica .
16 Ver VD 148 y 225: “María es totalmente relativa a Dios”
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