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                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   3.  porque una persona que reza sola el Rosario tiene el
                       mérito de un solo Rosario, pero si lo reza con treinta
                       personas, adquiere el mérito de treinta rosarios. Tales
                       son las leyes de la oración pública. ¡Qué ganancia! ¡Qué
                       ventaja!
                   4.  Urbano VIII –muy satisfecho de la devoción del Santo
                       Rosario que se recitaba a dos coros en muchos lugares
                       de Roma, especialmente en el convento de la Minerva–
                       concedió cien días de indulgencia cuantas veces se rece
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                       a dos coros: toties quoties . Así que todas las veces que
                       se reza el Rosario en comunidad se ganan cien días de
                       indulgencia;
                   5.  porque,  la  oración  pública  es  más  eficaz  que  la
                       individual para apaciguar la ira de Dios y obtener su
                       misericordia.

                   La Iglesia –dirigida por el Espíritu Santo– se sirvió de esta
                   forma de oración en los tiempos de flagelos y calamidades
                   públicas. El Papa Gregorio XIII declara en una bula que
                   es  preciso creer piadosamente que las oraciones públicas
                   y  las procesiones de  los cofrades  habían contribuido
                   poderosamente a obtener de Dios la gran victoria de los
                   cristianos sobre el ejército de los turcos en el golfo de
                   Lepanto el primer domingo de octubre de 1571.


                   133   Luis, el Justo  –de  feliz  memoria–  mientras  tenía
                   sitiada a la Rochela  –donde los herejes revolucionarios
                   tenían sus fortalezas– escribía a la reina-madre para pedir
                   que se hicieran oraciones públicas por la prosperidad de
                   su  ejército.  La  reina  resolvió  organizar  el  rezo  público
                   del  Rosario  en  la  iglesia  de  los  Hermanos  Predicadores
                   del Barrio de San Honorato de París. El Señor Arzobispo
                   cumplió solícitamente esta disposición y la piadosa práctica
                   comenzó  el  20  de  mayo  de  1628.  Estuvieron  presentes
                   la  reina  madre  y  la  reina-regente,  el  duque  de  Orleans,
                   los  Emmos.  Señores  Cardenales  de  la  Rochefoucault  y


                   42  Breve «Ad perpetuam rei memoriam» de 1626.
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