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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              CUADRAGESIMOSÉPTIMA ROSA

                  Rezar el Rosario todos los días con fe, humildad y confianza.

              136   ¡Apártate de los malvados, pueblo de Dios, asamblea
              de predestinados! (Ver BenS 7,2 y Ap 18,4). Para escapar
              de ellos y salvarte –en medio de cuantos se condenan por
              su impiedad, ociosidad y falta de devoción– decídete sin
              pérdida de tiempo a rezar con frecuencia el Santo Rosario
              con fe, humildad, confianza y perseverancia.

              En primer lugar  si  piensas  con  seriedad  en  el  mandato
              que  nos  dio  Jesucristo  de  orar  siempre  y  reflexionas  en
              su  ejemplo,  en  la  urgente  necesidad  que  tenemos  de
              la  oración,  a  causa  de  nuestras  tinieblas,  ignorancia  y
              debilidad y de la multitud de enemigos que nos persiguen,
              no te contentarás con rezar el Rosario una vez al año –como
              lo exige la cofradía del Rosario Perpetuo– ni una vez a la
              semana –como lo prescribe la del Rosario Ordinario– sino
              que lo recitarás puntualmente todos los días –como lo pide
              la del Rosario Cotidiano– aunque no tengas otra obligación
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              que la de salvarte . Jesús les propuso un ejemplo sobre la
              necesidad de orar siempre, sin desanimarse (Lc 18,1).

              137    Estas son palabras eternas de Jesucristo, que es preciso
              creer y practicar, si no quieres condenarte. Explícalas como
              quieras. Pero no a la moda, para que no las vivas a la moda.
              Jesucristo nos dio la verdadera explicación con su ejemplo:
              Les he dado ejemplo, para que Uds., hagan lo mismo que yo... (Jn
              13,15). Pasó la noche en oración con Dios ( Lc 6,12b). Como si
              no le bastara el día, dedicaba también la noche a la oración.
              Repetía con frecuencia a sus apóstoles estas palabras: Estén
              despiertos y orando ( Mt 26,41). El ser humano es débil. La
              tentación, próxima y continua. Y si no oras siempre, caerás
              en ella. Los apóstoles creyeron que el Señor sólo les daba
              un  consejo,  interpretaron  erróneamente  sus  palabras  y

              45  En otras palabras, no es absolutamente necesario rezar el Rosario para
                 salvarse. Pero, lo cierto es que ayuda.
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