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              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort

              de  Bérulle,  muchos  Obispos,  toda  la  corte  y  multitud
              incontable de gentes. El Señor Arzobispo leía en alta voz
              las meditaciones sobre los misterios del Rosario, proseguía
              con la recitación del Padrenuestro y del Avemaría de cada
              decena. Los religiosos y demás asistentes respondían.

              Después del Rosario, llevaron en procesión la estatua de
              la Santísima Virgen, cantando sus letanías, y la ceremonia
              se  repitió  todos  los  sábados,  con  admirable  fervor  y  la
              bendición evidente del cielo, ya que el rey triunfó sobre los
              ingleses en la isla de Re y entró victorioso en la Rochela el
              día de todos los Santos del mismo año. Esto demuestra la
              eficacia de la oración pública.

              134    Por  último,  el  Rosario  rezado  en  comunidad  es
              mucho más terrible contra el demonio, pues se conforma
              un  ejército  entero  para  atacarlo.  En  ocasiones  triunfa
              fácilmente sobre la oración particular. Pero, si esta se une a
              la de los demás, sólo con dificultad logrará sus propósitos.
              Es fácil romper una varita. Pero, si la unes a otras y formas
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              un haz, no podrás romperlo: la unión hace la fuerza . Los
              soldados se unen en  batallón para derrotar al enemigo.
              Los  malvados  se  unen  con  frecuencia  para  sus  orgías  y
              danzas.  Los  mismos  demonios  se  unen  para  perdernos.
              ¿Por qué no han de  reunirse los cristianos para gozar de
              la compañía de Jesucristo, aplacar la ira divina, alcanzar
              la gracia y misericordia del Señor y vencer y abatir más
              eficazmente a los demonios?


              Amado  cofrade  del  Rosario:  vivas  en  la  ciudad  o  en  el
              campo, cerca de la iglesia parroquial o de una capilla, vete
              a ella –al menos todas las tardes– y –con permiso del rector
              de la iglesia y en compañía de cuantos lo deseen– reza el
              Rosario a dos coros. Haz otro tanto en tu casa o en la de





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