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↑ ÍNDICE


                                             El Secreto Admirable del Santísimo Rosario

                   oración. Y si no oras, se queja de que le abandonas: Me han
                   abandonado a mí, que soy manantial de aguas vivas... ( Jr 2,13).

                   Pedir  gracias  a  Jesucristo  es  causarle  placer,  un  placer
                   mayor que el que procura a las madres naturales dar a sus
                   hijos el néctar de sus pechos. La oración es el canal de la
                   gracia de Dios y a modo de pecho maternal de Jesucristo.
                   Si  no  acudes  a  Él  con  la  plegaria  –como  deben    hacerlo
                   todos los hijos de Dios– Jesucristo se queja amorosamente:
                   Hasta ahora no han pedido nada: pidan y se les dará; busquen y
                   encontrarán; llamen a la puerta y les abrirán (Mt 7,7; Jn 16,24).
                   Más aún, para animarnos a pedirle con mayor confianza,
                   llega  a  empeñar  su  palabra  de  que  el  Eterno  Padre  nos
                   concederá cuanto le pidamos en su Nombre (Ver Jn 16,23).



                   CUADRAGESIMOCTAVA ROSA

                       Perseverar en la devoción del Rosario.

                   145  A  la  confianza  debes  unir,  en  quinto  lugar, la
                   perseverancia en la oración. Sólo quien persevera en
                   pedir, buscar y llamar, recibirá, encontrará y entrará. No
                   obstante pedir a Dios una gracia durante un mes, un año,
                   diez o veinte: no debes cansarte, sino pedir hasta la muerte
                   y  estar  resuelto  a  obtener  lo  que  pides  al  Señor  para  la
                   salvación  o  a  morir.  Más  aún,  es  preciso  unir  la  muerte
                   con la perseverancia en la oración y la confianza en Dios y
                   repetir con Job: No importa que me quites la vida (Job 13,15):
                   seguiré esperando en Él y de Él cuanto le pido.


                   146   La generosidad de los ricos y grandes de este mundo
                   se muestra en que se anticipan a favorecer a los necesitados,
                   aun sin esperar que les pidan ayuda. Dios, por el contrario,
                   manifiesta su magnificencia en hacer pedir y buscar por
                   largo tiempo las gracias que nos quiere conceder. Más aún,
                   cuanto más preciosa es la gracia que desea otorgar más se
                   demora en concederla:

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