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↑ ÍNDICE


              Obras Completas de San Luis María Grignion de Montfort


              Que no se te pase un solo día sin holocausto ni víctima. Que
              el altar te vea con más frecuencia que el lecho y la mesa.
              ¡Animo! ¡Mi querido suplemento! Pide con insistencia
              perdón a Dios y a Jesús ‒el Sumo Sacerdote‒ por los pecados
              que he cometido contra la divina Majestad al profanar el
              Santísimo Sacramento.

              Saludo a tu ángel de la guarda, compañero único de tu
              viaje. Soy tuyo tantas veces como letras contiene esta carta,
              con tal que tú seas otras tantas sacrificada y crucificada
              con Jesucristo, tu único amor, y con María, nuestra Madre
              bondadosa.

                                                3
                                    De Montfort , sacerdote y esclavo
                                                   de Jesús en María.


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                   A una religiosa del Santísimo Sacramento.

              La visita referida en la carta anterior dejó en la comunidad una
              buena imagen de Luis María. Probablemente algunas religiosas
              le escribieron. Esta carta es respuesta a una de ellas. Le sigue un
              fragmento de otra similar. La cruz es signo claro del amor de Dios,
              por eso produce alegría.


              ¡Ah! ¡Qué divina es su carta! ¡Está toda llena de noticias de
              la cruz, fuera de la cual ‒digan lo que digan la naturaleza y
              la razón‒ jamás habrá en este mundo, hasta el día del juicio,
              ningún placer verdadero ni bien sólido alguno!


              Su alma lleva una cruz ancha, larga y pesada. ¡Oh! ¡Qué
              felicidad la suya! Tenga confianza; si Dios, que es tan
              bueno, sigue haciéndola sufrir, no la probará por encima
              de sus fuerzas. Es señal segura de que la ama. Digo segura
              porque la mejor señal de que Dios nos ama es el vernos


              3  Si nos atenemos a Grandet (p. 45), es la primera vez que el señor Grignion
                 firma así.
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